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DE PUERTAS A DENTRO

  • Foto del escritor: blogcomoaguayaceit
    blogcomoaguayaceit
  • 14 oct 2018
  • 2 Min. de lectura

Y entonces me di la vuelta. No pude evitarlo. Ni siquiera lo pensé dos veces. ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué sería de mí? Mis ojos estaban empañados en lágrimas mientras observaba nuestro salón. Todo perfecto. Nada descolocado. Mi primera lágrima resbaló sobre mi mejilla al contemplar el sofá. Tuve que apoyarme en la puerta para no desmayar, para no romperme en mil pedazos. Quise no seguir mirando, no seguir recordando todas las veces que hicimos el amor en él, dejar de pensar en todas las maneras en las que me hiciste feliz. Dejé atrás todas esas sensaciones cuando cerré la puerta del salón. Y el silencio me hizo más daño que dejar de amarte. Entre sollozos llegué a la cocina. Espaciosa y con solo una mesa y dos sillas. Como tú querías. Observo el periódico de ayer con anhelo. Siempre me decías que estaba preciosa cuando me sentaba a desayunar y lo leía con el café en la mano. Nunca te creí. Otra puerta se cierra. El baño. Vacío, triste, a partir de hoy con un solo cepillo de dientes. Soltero. Mis ojos tropiezan con la bañera. Aún huele a ti. A tu ducha de por las noches después del trabajo. Pongo una mano en mi boca evitando que mi vida se marche sin más. Sin darme cuenta, me encuentro mirándome al espejo. Mis rizos rozando mis hombros, mis ojos… Mis ojos. Rojos, cansados de tanto llorar y bajo ellos dos grandes bolsas moradas, señal de mi poco descanso estas últimas noches. Me arreglo un poco el pelo con las manos y me lavo la cara. Salgo del baño y camino hacia la entrada quitando los llaveros de mis llaves de nuestro hogar. Ahora solo tuyo. Las dejo encima del mueble del recibidor y abro la puerta. Ahí está el ascensor. La última prueba. La última dificultad. Cojo las maletas y las arrastro hacia adelante. Llamo al ascensor y oigo tu despertador. Olvidé cerrar la puerta de casa. El ascensor llega y mi corazón duda. ¿Cierro y me ves marchar para siempre o me marcho sin cerrar? Sin darme cuenta me veo dentro del ascensor y cuando las puertas se van a cerrar escucho mi nombre desde aquel piso que hoy, ya no es mi casa.

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